Con los doce perros del infierno tras ella, la embarazada Charley Davidson se refugia en el único lugar en el que piensa que no pueden llegar a ella: los terrenos de un convento abandonado. Pero después de meses de estar encerrada allí, está a punto de reventar. Tanto metafórica como literalmente, ya que ahora es aproximadamente del tamaño de una ballena encallada. Afortunadamente, un nuevo caso ha captado su atención, uno que involucra un asesinato en los mismos terrenos en los que se ha refugiado el equipo. Un asesinato de décadas de antigüedad, de una monja que acababa de tomar sus votos, que sigue viendo en las sombras, es casi suficiente para sacarla de su abatimiento.
Charley tiene prohibido poner un pie fuera de los terrenos sagrados. Mientras que los perros infernales enojados no pueden atravesar el suelo consagrado, pueden estar al acecho más allá de sus fronteras. Tienen a todo el equipo al borde, especialmente a Reyes. Y si Charley no lo conociera mejor, juraría que está enfermando. Se pone más caliente con cada momento que pasa, su calor abrasador atraviesa su piel cada vez que está cerca, pero, naturalmente, él jura que está bien.
Mientras el equipo busca pistas sobre los Doce, Charley sólo quiere respuestas y es incapaz de conseguirlas. Pero han acumulado un grupo de amigos para ayudar. Ellos la convencen aún más de que todo el mundo en su vida reciente se ha visto atraído de alguna manera hacia ella, como si todo el tiempo fueran parte de un panorama más grande. Pero los buenos sentimientos no duran mucho tiempo porque Charley está a punto de recibir la sorpresa de su loca, confusa y sobrenatural vida…
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